La historia de esta bodega comenzó en 2001, cuando la condesa italiana Noemi Marone Cinzano descubrió esta tierra lejana, plantó un viñedo de cinco hectáreas al pie de la barda (En Argentina, barda es el nombre dado a la ladera o pendiente escarpada típica de la Patagonia) y comenzó a producir vino al estilo Borgoña. La bodega se construyó justo al lado del viñedo, con pequeñas piletas de concreto abiertas para la producción artesanal, empleando el método de pigéage.
En la orilla sur del Río Negro, el suelo brilla. Un proceso geológico inusual produce este destello. Durante las lluvias, los barrancos y arroyos locales se desbordan, llevando el cuarzo que los reviste hasta la barda. Luego, siguiendo los patrones climáticos patagónicos, el viento se encarga de cubrir la base de la barda con polvo de cuarzo creado por la fricción con otras rocas. La bodega está situada precisamente donde los suelos muestran su brillo más intenso. Conocida localmente como Ribera del Cuarzo, es un homenaje a este fenómeno único.
Felipe José Menéndez, actual propietario y viticultor de Bodega Ribera del Cuarzo, dice: “Llegué a Ribera del Cuarzo como viticultor, detrás de ñps factores climáticos, biológicos y geológicos tan particulares de este valle, y también guiado por una historia familiar inseparable de la Patagonia. Y no me equivoqué. Ribera del Cuarzo se convirtió en la apuesta personal a la que dedico mi vida buscando producir el mejor vino, siempre en expansión. Hoy a esta ambición se suma la de crear una región de bodegas chicas en tamaño pero grandes en calidad: el sueño de un lugar donde se arraiguen y crezcan las familias del vino, gracias a nuestro arduo trabajo y las características naturales únicas del Valle del Río Negro”.